vino submarino

Los vinos submarinos ganan protagonismo entre los más innovadores del sector

Pequeñas bodegas en Bizkaia, Tarragona y Valencia apuestan por la crianza submarina, una técnica que revaloriza el vino con resultados únicos.

Bajo el mar: una nueva frontera para el vino

El vino, uno de los productos más tradicionales y simbólicos de la cultura mediterránea, continúa reinventándose. Una de las propuestas más disruptivas en los últimos años es la crianza submarina, una técnica que consiste en sumergir las botellas bajo el mar para que completen allí su proceso de maduración.

Lejos de ser una moda pasajera, esta práctica gana cada vez más adeptos, tanto entre viticultores como entre consumidores en busca de experiencias diferentes y vinos exclusivos.

En distintas regiones costeras de España, como Bizkaia, Tarragona o Valencia, varias bodegas están desarrollando este método con resultados sorprendentes. El entorno marino ofrece condiciones únicas: temperatura estable, ausencia total de luz, presión constante y un vaivén de corrientes que favorece una evolución singular del vino.

Innovación enológica desde el fondo del mar

Una de las pioneras en este tipo de crianza es Crusoe Treasure, bodega ubicada frente a la bahía de Plentzia, en el mar Cantábrico. Allí, más de 20.000 botellas anuales completan su evolución rodeadas de un arrecife artificial que también actúa como hábitat marino. La oscuridad, la presión y las mareas convierten esta zona en un laboratorio natural para el vino.

La experiencia de esta bodega demuestra que el entorno submarino modifica el comportamiento del vino dentro de la botella. Cambios en la presión parcial del oxígeno y la microentrada de partículas a través del corcho contribuyen a un perfil más sedoso y redondo, diferente al de las crianzas convencionales.

El Mediterráneo también se suma a la revolución

En el otro extremo del país, Bodega del Mar, situada en Tarragona, ha multiplicado por siete su producción en apenas cuatro años. Sus vinos, envejecidos a 25 metros de profundidad, aceleran el proceso de integración de taninos y complejizan su perfil aromático.

También en la costa levantina, la firma Elixsea opera desde Calpe (Valencia) gracias a una concesión vigente hasta 2046. Su producción anual oscila entre las 7.000 y 9.000 botellas, la mayoría de las cuales se destinan a mercados internacionales como Alemania, Reino Unido y Estados Unidos. La crianza submarina, aseguran, permite un desarrollo más armónico del vino gracias a las microvibraciones y la microgravedad marina.

Perspectivas de un vino que mira al futuro

La crianza submarina se ha consolidado como una alternativa de valor para los productores que apuestan por la innovación. Aunque aún se trata de un segmento reducido, su exclusividad, resultados sensoriales singulares y atractivo narrativo lo posicionan como una categoría en crecimiento.

El interés por vinos con personalidad única y métodos de producción sostenibles abre nuevas posibilidades para este tipo de proyectos. Las bodegas bajo el mar no solo ofrecen un vino diferente: también proponen una historia fascinante que conecta tierra, mar y tradición con la tecnología y la experimentación.

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