
El consumo mundial de vino cae en 2024 a niveles mínimos históricos
La demanda mundial de vino continúa a la baja en 2024, marcada por cambios generacionales, hábitos de consumo y efectos del clima.
El vino enfrenta su mayor retroceso en más de seis décadas
El consumo mundial de vino ha sufrido en 2024 su caída más significativa en más de 60 años. Según los datos publicados por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), la estimación global se sitúa en 214 millones de hectolitros, lo que representa una disminución del 3,3 % respecto al año anterior. Esta cifra marca el consumo más bajo desde 1961, una tendencia que pone en evidencia los retos estructurales del sector vitivinícola.
La OIV atribuye este retroceso a un conjunto de factores complejos: tensiones económicas, incertidumbre geopolítica y transformaciones sociales que afectan directamente a los patrones de consumo. En particular, los mercados maduros muestran una pérdida de tracción, debido en parte a nuevas preferencias de estilo de vida y al descenso del interés entre las nuevas generaciones.
A pesar de este escenario, la organización internacional destaca que el vino mantiene una presencia significativa en 195 países, lo que abre oportunidades para su consolidación en mercados emergentes, donde el margen de crecimiento aún es amplio.
Clima adverso y menor producción complican el panorama
A esta caída del consumo se suma otro dato preocupante: la producción mundial de vino en 2024 también marca mínimos históricos. Con una previsión de 226 millones de hectolitros, la cifra representa una reducción del 5 % respecto a 2023, consecuencia directa de condiciones meteorológicas extremas y eventos climáticos impredecibles, cada vez más frecuentes debido al cambio climático.
En paralelo, la superficie global de viñedos ha seguido reduciéndose. Aunque el ritmo de disminución es más lento —un 0,6 % en 2024—, se consolida una tendencia a la baja que lleva ya cuatro años consecutivos, especialmente por la tala de viñas en regiones tradicionales. No obstante, algunos países están revirtiendo esta curva e incrementando sus plantaciones, con la vista puesta en la exportación y la diversificación.
El mercado global se ajusta, pero no se detiene
Frente a este escenario de menor oferta y menor demanda, la OIV destaca un relativo equilibrio en el mercado mundial del vino. La baja producción actúa como elemento estabilizador, evitando excedentes que pudieran descompensar el sistema. A pesar de ello, las existencias varían según la región, lo que exige estrategias adaptadas a cada contexto.
En cuanto al comercio internacional, el volumen de exportaciones se mantiene estable en torno a los 99,8 millones de hectolitros. El valor total de las exportaciones descendió un leve 0,3 %, situándose en 36.000 millones de euros, pero los precios medios de venta siguen altos: 3,60 €/litro, casi un 30 % por encima del promedio previo a la pandemia.
El director general de la OIV, John Barker, subraya que estos desafíos suponen también una oportunidad para el sector. Apostar por la sostenibilidad, impulsar la innovación en producto y acercarse a nuevos públicos son claves para una evolución positiva. “El vino puede y debe convertirse en un referente de adaptación, resiliencia y sostenibilidad en el contexto actual”, afirmó.
Mirando al futuro: retos y oportunidades para el vino
La coyuntura de 2024 es compleja, pero también abre un nuevo capítulo en el desarrollo del sector vitivinícola. Los datos invitan a una reflexión profunda sobre los hábitos de consumo actuales, la necesidad de conectar con las nuevas generaciones y la urgencia de adaptarse al cambio climático.
En un mundo en transformación, el vino tiene la oportunidad de redefinir su lugar en la cultura y el mercado global. Invertir en innovación, sostenibilidad y comunicación será fundamental para reconectar con el consumidor y garantizar la continuidad de una tradición que, aunque centenaria, necesita evolucionar.
