
El enoturismo dinamiza la economía en El Bierzo, Ribeira Sacra y Valdeorras
El auge del enoturismo está impulsando el desarrollo económico y social en comarcas vitivinícolas gallegas como El Bierzo, Ribeira Sacra y Valdeorras.
Turismo del vino: una vía de crecimiento real en el noroeste peninsular
Lejos de ser una tendencia pasajera, el enoturismo se ha consolidado como una herramienta clave para revitalizar zonas rurales con fuerte identidad vinícola. En Galicia, regiones como El Bierzo, Ribeira Sacra y Valdeorras están cosechando los frutos de una estrategia que combina vino, paisaje, cultura y sostenibilidad.
Este modelo de turismo, centrado en la experiencia y el territorio, no solo genera ingresos en las bodegas, sino que beneficia de forma transversal al comercio local, la hostelería y los servicios turísticos. Las cifras del Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv) confirman una tendencia al alza: más de 2,5 millones de personas recorrieron rutas del vino en España en 2023.
Aunque denominaciones como Rioja o Ribera del Duero encabezan el listado de visitas, el crecimiento en comarcas gallegas está siendo sostenido y prometedor, especialmente por el perfil de un turista más comprometido con el entorno y la autenticidad del producto.
Tres territorios, tres modelos de éxito
El Bierzo ha encontrado en el vino un vehículo para atraer visitantes interesados en el patrimonio cultural, la gastronomía y la naturaleza. La ruta del vino de la comarca ha logrado generar más de 3 millones de euros en 2023 gracias a las visitas a bodegas y museos, un logro notable en una zona donde el turismo aún se está estructurando.
En Valdeorras, la apuesta va más allá del vino. El enoturismo se vive como una experiencia íntima, con visitas personalizadas y catas en parajes naturales que ofrecen una conexión directa con el entorno. El impacto se ha traducido en el crecimiento de casas rurales, tiendas de productos gourmet y restaurantes de cocina local.
Por su parte, la Ribeira Sacra destaca por haber creado un modelo integral de turismo en el que el paisaje, el vino, el arte románico y la navegación fluvial coexisten como un único relato. Este enfoque ha llevado a la comarca a ser una de las que registra mayor gasto medio por visitante y una de las tasas más altas de ocupación hotelera en Galicia durante la temporada alta.
Más que vino: transformación rural y arraigo
El impacto del enoturismo va más allá de lo económico. Estas comarcas están viendo cómo el turismo vinícola ayuda a fijar población, atraer jóvenes a oficios tradicionales y generar nuevas oportunidades ligadas al medio rural. La puesta en valor del patrimonio, tanto natural como cultural, se convierte en un pilar clave para un desarrollo equilibrado y sostenible.
Ejemplos como la bodega Pittacum en El Bierzo, con conciertos entre barricas, o la cooperativa Rectoral de Amandi en la Ribeira Sacra, con propuestas inclusivas, muestran cómo la innovación puede ser una aliada del enoturismo responsable.
Hacia un futuro con más colaboración y visibilidad
Aunque el panorama es esperanzador, el camino aún tiene retos por recorrer. La mejora de infraestructuras, la formación de personal especializado, la señalización de rutas y la digitalización del sector son áreas clave a reforzar. Asimismo, la proyección internacional sigue siendo una asignatura pendiente, especialmente en mercados que valoran la autenticidad y el turismo de calidad.
El enoturismo está demostrando ser mucho más que una actividad complementaria: es una verdadera palanca para la transformación económica y social de territorios con alma vinícola. Invertir en este tipo de turismo es, sin duda, apostar por el futuro del rural gallego.
