
6 Aromas y sabores del vino que puedes identificar en la copa
Descripción de los aromas más comunes en vinos, desde afrutados hasta terrosos. Uno de los mayores placeres del mundo del vino es descubrir cómo un sorbo puede transportar tu paladar a un viñedo soleado, un bosque húmedo o una cesta de frutas maduras. Los aromas y sabores del vino son una ventana a su origen, su elaboración y su envejecimiento.
Aprender a identificarlos no es solo un ejercicio sensorial, sino una forma de apreciar el vino con mayor profundidad. En este artículo de Sabor Vino exploraremos seis perfiles aromáticos y gustativos que puedes encontrar en tu copa, ideales tanto para principiantes como para aficionados más experimentados.
Si alguna vez te has preguntado por qué un vino «huele a frutas rojas» o «sabe a cuero», aquí tienes las respuestas.
1. Frutas rojas y negras: el alma de muchos tintos
Una de las familias aromáticas más comunes en los vinos tintos son las frutas rojas (como fresa, cereza o frambuesa) y las frutas negras (como mora, ciruela o grosella negra). Estos aromas provienen principalmente de las uvas utilizadas y su grado de madurez. Por ejemplo, un Pinot Noir joven suele exhibir aromas intensos de cereza, mientras que un Cabernet Sauvignon puede inclinarse hacia la grosella negra y la ciruela.
Estos sabores suelen ser más evidentes en vinos jóvenes, donde la fruta es protagonista antes de que el envejecimiento en barrica añada otras capas más complejas.
2. Cítricos y frutas tropicales: frescura en blancos y rosados
En los vinos blancos, especialmente aquellos elaborados con uvas como Sauvignon Blanc, Albariño o Riesling, es común encontrar aromas cítricos (limón, lima, pomelo) y frutas tropicales (piña, maracuyá, mango). Estos aportan frescura, vivacidad y una sensación de ligereza muy placentera.
Estos perfiles son ideales para maridar con mariscos, ensaladas frescas o platos con toques orientales, resaltando la acidez y los matices afrutados del vino.
3. Notas florales: la delicadeza en nariz
Las notas florales como jazmín, violeta, rosa o flor de azahar pueden encontrarse tanto en vinos blancos como en algunos tintos elegantes. Variedades como Gewürztraminer, Moscatel o Viognier son reconocidas por su bouquet floral, que aporta una dimensión aromática muy envolvente y romántica.
En los tintos, como ciertos Malbec o Syrah, también pueden surgir notas de violeta o lavanda, especialmente en climas frescos o altitudes elevadas.
4. Especias y toques tostados: la huella del envejecimiento
Cuando un vino ha sido envejecido en barricas de roble, suelen aparecer aromas de especias dulces (canela, vainilla, clavo) y notas tostadas (café, cacao, humo, caramelo). Estos provienen de la interacción entre el vino y la madera, así como del tipo de tostado que recibe la barrica.
Este tipo de aromas suele encontrarse en vinos tintos con crianza, pero también en algunos blancos fermentados o criados en barrica, como el Chardonnay. Aportan complejidad, estructura y persistencia en boca.
5. Terrosos y minerales: expresión del terruño
¿Has notado alguna vez que un vino huele a suelo húmedo, piedra caliza, arcilla o incluso a trufa? Estos aromas y sabores pertenecen a la categoría terrosa y mineral, y suelen ser más evidentes en vinos provenientes de zonas específicas donde el suelo juega un papel determinante.
Vinos como el Barolo (Italia), algunos tintos del Priorat (España) o Rieslings del Mosela (Alemania) muestran con frecuencia estas notas, que fascinan a los amantes del terroir.
6. Cuero, tabaco y notas animales: evolución y carácter
Estos aromas más complejos aparecen en vinos envejecidos y evolucionados, especialmente en tintos con muchos años de guarda. El cuero, el tabaco, el almizcle o incluso notas animales como sudor de caballo (en pequeñas dosis) son producto de reacciones químicas durante la maduración y el envejecimiento en botella.
Estos vinos no son para todos los paladares, pero sí son altamente apreciados por catadores experimentados que buscan carácter, autenticidad y longevidad en sus copas.
Más allá de la primera impresión: cómo entrenar tu nariz
Identificar estos aromas y sabores del vino requiere práctica y paciencia. Una buena forma de empezar es oler ingredientes frescos (frutas, hierbas, especias) y luego intentar reconocerlos en diferentes vinos. Las ruedas aromáticas del vino también son herramientas útiles para entrenar la memoria olfativa y ampliar tu vocabulario sensorial.
Recuerda: no hay respuestas incorrectas en la cata de vino. Tu experiencia personal es válida y cada paladar percibe cosas diferentes. Lo importante es disfrutar del viaje sensorial que te ofrece cada copa.
