
7 señales para saber si un vino está ‘pasado’
Guía práctica para saber si un vino está pasado y reconocer cuándo ya no es apto para disfrutar.
El vino, como todo producto vivo, evoluciona con el tiempo. Aunque algunos caldos mejoran con los años, no todos están pensados para un largo envejecimiento. Conocer las señales que indican que un vino ya no está en buen estado es fundamental para evitar una mala experiencia en la mesa.
Detectar si un vino está pasado no requiere ser un experto, basta con prestar atención a aspectos visuales, olfativos y de sabor. Estos indicadores ayudan a distinguir entre un vino que simplemente ha cambiado sus matices y otro que, definitivamente, ha perdido sus cualidades.
A continuación, repasamos siete señales claras para identificar cuándo un vino ha dejado de estar en condiciones óptimas de consumo.
1. Cambio de color evidente
El color de un vino es uno de los primeros indicadores de su estado. En los tintos, un viraje hacia tonos marrones o teja muy apagados suele ser señal de oxidación avanzada. En los blancos, un tono ambarino o dorado demasiado intenso, fuera de lo esperable para su tipo y edad, también indica deterioro.
Este cambio se debe principalmente a la exposición al oxígeno, que acelera la degradación de los compuestos fenólicos responsables de los matices cromáticos. Si bien en algunos estilos —como ciertos generosos o vinos de guarda— estos tonos pueden ser normales, en la mayoría de vinos jóvenes o de consumo rápido son un signo de que el vino está pasado.
Observar el vino a contraluz o en una copa blanca ayuda a detectar con claridad este indicador. Un vino turbio, con sedimentos inusuales o con pérdida de viveza en el color, también merece atención.
2. Olor avinagrado o a corcho
El olfato es clave para saber si un vino está pasado. Un aroma a vinagre, humedad o cartón mojado suele ser el signo más evidente de que el vino ya no es apto. Esto puede deberse a la presencia de bacterias acéticas, responsables de transformar el alcohol en ácido acético, o al conocido “cork taint” producido por el TCA en los corchos.
El olor a corcho es fácilmente reconocible y resta frescura, intensidad y carácter al vino, haciéndolo desagradable incluso en nariz. No siempre es nocivo para la salud, pero arruina por completo la experiencia sensorial.
Un vino en mal estado puede también desarrollar notas sulfurosas o a huevo podrido. Estos defectos se producen en la fase de conservación y difícilmente desaparecen, por lo que son un indicador fiable de que el vino ha perdido calidad.
3. Sabor desequilibrado y plano
En boca, un vino pasado pierde frescura, equilibrio y estructura. La acidez puede volverse agresiva o, por el contrario, desaparecer, dejando un perfil apagado. Los taninos, en el caso de los tintos, se vuelven ásperos o demasiado suaves, sin la complejidad esperada.
El sabor metálico o excesivamente amargo es otra señal de alerta. Además, un vino oxidado tiende a dejar un regusto desagradable y persistente, lo que hace que sea difícil disfrutar de él.
En los vinos espumosos, la falta de burbuja es un signo claro de que ha perdido sus cualidades. El carbónico es esencial en este tipo de vinos, y su ausencia convierte la bebida en plana e insípida.
Un vino con estas características no solo deja de ser placentero, sino que también puede alterar la armonía de un maridaje, transformando un momento especial en una experiencia poco satisfactoria.
4. Presión en la botella o fuga en el corcho
Un corcho sobresalido o con fugas de vino puede indicar problemas de conservación. Los cambios de temperatura o un almacenamiento inadecuado hacen que el vino se expanda, perdiendo frescura y aromas.
El corcho es clave en la preservación, ya que permite una microoxigenación controlada. Si está dañado, seco o impregnado en exceso de vino, lo más probable es que el vino haya sufrido una oxidación prematura.
Este detalle suele pasar desapercibido, pero es uno de los indicadores más claros para detectar problemas antes incluso de abrir la botella.
5. Burbujas no deseadas en vinos tranquilos
Si un vino tranquilo presenta burbujas inesperadas al servirlo, es señal de que ha comenzado una fermentación indeseada en la botella. Esto suele ocurrir por un embotellado defectuoso o por la presencia de levaduras residuales.
El resultado es un vino con sabor alterado y textura fuera de lugar, alejado de lo que debería ofrecer ese estilo.
6. Sedimentos extraños o cristales inusuales
Aunque algunos sedimentos son normales en vinos tintos de guarda, encontrar posos excesivos, partículas flotantes o cristales de tartrato en exceso puede indicar problemas de conservación.
No siempre significan que el vino esté pasado, pero conviene observar su evolución antes de beberlo.
7. Ausencia de aromas y pérdida de carácter
Un vino que no huele a nada o que resulta insípido ha perdido sus cualidades. La falta de intensidad aromática, acompañada de un gusto plano, revela que el vino ya no está en condiciones.
Esta es una de las señales más claras y definitivas.
Mirada al mercado y la conservación
El consumo de vino en buen estado depende en gran medida de la conservación. La mayoría de vinos en el mercado están diseñados para consumirse en los primeros tres a cinco años tras su embotellado.
Solo una pequeña proporción está pensada para largas crianzas. Conservarlos en lugar fresco, oscuro y con humedad controlada prolonga su vida útil.
Puntos clave:
- El color apagado es un signo claro de oxidación.
- El olor avinagrado o a corcho indica deterioro.
- El sabor plano o metálico confirma que el vino está pasado.
- Revisar corcho y conservación es esencial.
Cierre con sabor
Reconocer cuándo un vino está pasado ayuda a disfrutar mejor de cada botella y evitar decepciones.
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