Vino y exploración: el papel del vino en los viajes de descubrimiento
Cómo el vino acompañó a exploradores y colonizadores en sus travesías, y por qué fue un recurso vital en los viajes de descubrimiento.
En los viajes de descubrimiento, desde las expediciones europeas hasta los asentamientos coloniales, el vino jugó un papel fundamental.
No solo era una bebida que acompañaba a los exploradores, sino también un recurso vital para la salud y la moral de las tripulaciones.
En esta entrada, analizaremos el papel del vino en los viajes de descubrimiento, cómo se transportaba, su importancia nutricional y cómo influyó en el establecimiento de viñedos en el Nuevo Mundo.
El vino como provisión en los viajes de exploración
Los primeros viajes de descubrimiento
Durante los grandes viajes de exploración del siglo XV y XVI, liderados por figuras como Cristóbal Colón, Vasco de Gama o Fernando de Magallanes, los marineros llevaban provisiones que incluyeron vino.
En aquella época, el agua potable no siempre era segura debido a la falta de conservación adecuada y al crecimiento de bacterias. El vino, sin embargo, tenía propiedades conservantes gracias al alcohol y los taninos, lo que lo convertía en una opción mucho más segura para beber durante largas travesías.
El vino también aportaba calorías, minerales y antioxidantes, lo que ayudaba a combatir enfermedades como el escorbuto, causado por la deficiencia de vitamina C, que era común entre los marineros.
Aunque el vino no era una cura para el escorbuto, proporcionaba energía y aumentaba la moral de las tripulaciones.
El vino en las flotas españolas y portuguesas
España y Portugal, dos de las principales potencias coloniales, eran grandes productoras de vino. Sus flotas llevaban barriles de vino en cada viaje, no solo para el consumo de los marineros, sino también como una forma de mantener el contacto con la cultura de sus tierras.
Además, se consideraba que el vino tenía propiedades medicinales, lo que lo convertía en un recurso de gran valor en alta mar.
El papel del vino en los viajes de descubrimiento de estas potencias no solo estuvo limitado al consumo. Durante las primeras expediciones a América, los colonizadores llevaron cepas de vid para plantar en las nuevas tierras, lo que dio lugar a la creación de algunos de los primeros viñedos del Nuevo Mundo.
El vino en la colonización del Nuevo Mundo
La introducción de la vid en América
Cuando los colonizadores españoles y portugueses llegaron al continente americano, llevaron consigo vides para comenzar la producción de vino en las colonias.
En México, Hernán Cortés ordenó la plantación de viñedos en 1524, lo que marcó el inicio de la producción vinícola en el Nuevo Mundo.
A medida que las colonias crecían, también lo hacía la demanda de vino.
La producción local no solo satisfacía las necesidades de los colonos, sino que también servía para mantener una conexión cultural con Europa.
Viñedos en América del Sur
El cultivo de la vid se extendió rápidamente por América del Sur. A mediados del siglo XVI, los viñedos ya estaban establecidos en lo que hoy es Perú, Chile y Argentina.
Las misiones jesuitas jugaron un papel clave en la expansión de la viticultura, utilizando el vino en la celebración de la misa.
De hecho, la vid conocida como «uva país» en Chile o «uva criolla» en Argentina es una de las primeras variedades que los colonizadores europeos trajeron al continente.
Vino y navegación en las rutas comerciales
El comercio de vino y los imperios
El comercio de vino no solo beneficiaba a los marineros en sus travesías, sino que también se convirtió en un producto valioso para las economías de las potencias coloniales.
Las rutas comerciales que conectaban Europa con América, Asia y África incluían el intercambio de barriles de vino, especialmente de regiones como Jerez en España y Madeira en Portugal.
El vino de Madeira, por ejemplo, era especialmente apreciado por los marineros debido a su capacidad para envejecer durante el transporte en largas travesías, ganando complejidad a medida que viajaba a través del Atlántico.
Esto lo convirtió en uno de los productos más codiciados en las colonias americanas.
El vino en Norteamérica
En el siglo XVII, los colonos ingleses en América del Norte también intentaron establecer viñedos, aunque con dificultades iniciales debido a las condiciones climáticas y las plagas.
No obstante, con la llegada de colonos franceses a regiones como Virginia, la producción de vino comenzó a ganar impulso.
Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, era un gran defensor del vino y plantó viñedos en su residencia de Monticello.
El legado del vino en los viajes de descubrimiento
El papel del vino en los viajes de descubrimiento no solo ayudó a los exploradores a sobrevivir, sino que también dejó un legado en la producción de vino en el Nuevo Mundo.
Los viñedos que se plantaron en América del Sur y del Norte durante las expediciones coloniales son ahora algunos de los productores de vino más importantes a nivel mundial.
El vino ha acompañado al ser humano en sus mayores aventuras, y su papel en los viajes de descubrimiento es un recordatorio de cómo esta bebida ha sido no solo un placer, sino también un recurso vital en algunos de los momentos más trascendentales de la historia.